En los últimos meses se ha debatido mucho sobre la utilidad de la filosofía. La nueva Ley de Educación ha eliminado la asignatura en 2º de Bachillerato. Habría que preguntarse… ¿hay miedo a la filosofía?
Puede
haber varios motivos para que se haya
reducido la Filosofía en el Bachillerato y eliminado la asignatura obligatoria
de Ética en 4º de ESO. Pero sin duda una de las causas puede ser el temor al
libre pensamiento que suele acompañar a aquellos que se encuentran en el poder.
Esto nos lleva a una curiosa
paradoja: si se dice que la filosofía es inútil, ¿por qué se prohíbe?, ¿por qué
tantos filósofos han sufrido persecuciones a lo largo de la historia? ¿Por qué
algunos pensadores fueron condenados a muerte?
Se
podrían recordar las palabras del filósofo alemán Kant: “Atrévete a pensar”
“Sapere aude” Lo que más me llama la atención de esta frase es el “aude”, la
osadía. Hace falta valor para proclamar el pensamiento libre. No resulta fácil
romper las tradiciones establecidas y manifestar una voz que se oponga a los
núcleos de poder en una determinada época.
¿Tan trágica ha sido la situación
de los filósofos en la historia? Conocemos el caso de Sócrates que fue
condenado, pero…
Sócrates
no fue el primero. Los pitagóricos, los seguidores del sabio y matemático Pitágoras,
formaron comunidades en Grecia y en Italia que fueron perseguidas brutalmente,
siendo sus miembros asesinados, llevándose a la tumba sus famosos “secretos”. Y en la gloriosa Atenas, en la época de
Pericles, podemos recordar cómo el sabio Anaxágoras sufrió el destierro por
sostener que el Sol era una piedra ardiendo.
¡Parece increíble! ¿Y qué ocurrió
con Sócrates?
Según
el juicio que conocemos gracias a Platón y a Jenofonte, fue condenado por corromper a los
jóvenes y por traer dioses nuevos.
Resulta algo extraño. Los motivos
parecen sorprendentes…
Sí,
parece algo extraño. En realidad es muy probable que Sócrates fuera condenado debido
a sus amistades. Muchos de sus amigos eran aristócratas… y no eran vistos con
buenos ojos por los demócratas que entonces gobernaban en la ciudad.
¿Cómo se produjo su muerte?
Primero
tuvo lugar el juicio en el que se le ofreció el exilio a cambio de la condena a
muerte. Él no quiso marcharse fuera de Atenas porque pensaba que en otro lugar
no podría practicar su gran pasión: la filosofía, la búsqueda de la verdad a
través del diálogo. Sócrates pasó varios días en la cárcel, algún tiempo más de
lo esperado, porque la celebración de una procesión a Delos impedía que se
llevara a cabo alguna condena. Durante ese tiempo sus amigos ofrecieron dinero
al carcelero, pero Sócrates no quiso escaparse por respeto a las leyes de
Atenas, las leyes que tanto le habían dado.
En
sus últimos momentos prefirió que Jantipa, su mujer, se marchara y se quedó hablando con sus amigos sobre el alma y la
inmortalidad. Se puede decir que siguió practicando hasta el final la
filosofía, su actividad preferida. Cuando llegó el verdugo con la copa de veneno,
sus amigos estaban conmovidos y desesperados, pero él mantuvo la calma y se
tomó la cicuta, como dice Platón, “sin
repugnancia y sin dificultad”.
Se puede decir que fue un acto
heroico, un ejemplo de dignidad ante la muerte.
La
muerte de Sócrates se puede entender de maneras diferentes. Para algunos su
renuncia al exilio es vista como un modo de fanatismo, para otros representa un
modelo de persona que es fiel a sus principios y a su forma de vida. Lo cierto
es que su forma de morir engrandeció su figura y aumentó su leyenda.
¿Qué ocurrió después, en otras
épocas? ¿Hubo más mártires de la filosofía?
Hubo
varios. Al comienzo de la Edad Media podemos citar al filósofo Boecio. Fue
condenado por defender a un senador que
había sido acusado de traición. Antes de ser decapitado escribió en la cárcel
su obra más conocida, Sobre la
consolación de la filosofía, un libro en el que nos decía que la filosofía
podía ser la mejor medicina para el espíritu.
Y
no podemos olvidarnos de Hipatia, la filósofa y matemática protagonista de la
película Ágora de Amenábar. Hipatia reflejaría los valores del mundo pagano, de
una tradición que empezaba a declinar y veía cómo el cristianismo se iba
instalando en el poder. Su muerte fue cruel, cuentan que fue despedazada y su
cuerpo esparcido por diferentes lugares de Alejandría. Se cumplía de este modo
un macabro ritual que se venía celebrando en esta ciudad desde hacía varios
siglos.
¿Se convirtió el cristianismo en un
enemigo de la filosofía?
En
este caso sí, pero no necesariamente. El problema es el enfrentamiento entre
discursos o imaginarios diferentes. El filósofo se vuelve peligroso cuando sus
ideas, argumentos y, al mismo tiempo, sus imágenes, es decir, el simbolismo que
envuelve al pensador entran en conflicto con las ideas y las imágenes del grupo
dominante.
Hubo filósofos cristianos que
también tuvieron un final tan trágico.
Sí,
por supuesto. No podemos olvidarnos de Tomás Moro que por su defensa de la
iglesia católica fue condenado a muerte por el rey Enrique VIII, encerrado en
la Torre de Londres y decapitado un año más tarde. Y no quisiera dejar de lado
a uno de mis preferidos, el dominico Giordano Bruno que fue sentenciado a
muerte por el tribunal de la Inquisición.
¿Qué le ocurrió?
En
realidad, Bruno tenía una forma muy peculiar de creer en Dios. Defendía el
panteísmo, es decir, pensaba que Dios estaba en todos los lugares. Además,
creía que existían infinitos mundos en los que era muy probable que hubiera vida
inteligente.
Parece una teoría muy actual. ¿Cómo
se produjo su muerte?
El
tribunal lo juzgó, lo torturó y le pidió que cambiara de opinión, pero él no
quiso retractarse. Dijeron que había sido un hereje impenitente y obstinado, y
fue quemado vivo en el Campo de Fiori, una plaza de Roma, el 19 de febrero de
1600. Tal vez, este lugar debería ser un santuario para los peregrinos de la
filosofía.
Se puede decir que fue otra víctima
del pensamiento libre. Pero eso pasó hace más de 400 años. Imagino que los
tiempos modernos serían más tolerantes.
Nada
de eso. Se podrían citar muchos ejemplos pero para finalizar este repaso,
podríamos recordar a Condorcet, el filósofo que tras la revolución francesa
decidió envenenarse en la cárcel, según cuentan algunos, antes que soportar el
peso de la guillotina. Lo curioso es que él confiaba de un modo muy optimista
en el progreso del género humano.
Y
en el siglo XX el filósofo italiano Antonio Gramsci fue encerrado en la cárcel,
lugar en el que murió, por sostener ideas contrarias a las del dictador
Mussolini. No dejó en la prisión de ejercitar su pensamiento, redactando allí
sus famosos Cuadernos desde la cárcel.
Una historia muy trágica la que nos
has contado.
Sin duda, la historia de
unos pensadores condenados por un saber que se cree inútil.
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