miércoles, 27 de enero de 2021

El choque de civilizaciones (Huntington) frente al diálogo cultural (Said)

En esta entrada aparece la presentación correspondiente al último tema del curso de Teoría de la Cultura: El choque de civilizaciones (Huntington) frente al diálogo cultural (Edward Said…).

 

Para ampliar la información sobre este enfrentamiento entre las posiciones de Huntington y Said, os presento el texto de mi artículo "Memoria y culturas" que fue publicado en la revista Alfa, nº 30-31, aunque también podéis acceder al artículo escaneado de la revista.  

Memoria y culturas. Dos visiones acerca de las culturas: Huntington y Said

Manuel  Sánchez Matito

msmatito@yahoo.es

 

Resumen

En este estudio se ofrecen dos visiones diferentes acerca de las culturas. La primera, ejemplificada por Samuel Huntington, considera que las culturas son bloques cerrados que frecuentemente tienden a enfrentarse. La segunda, defendida por Edward Said, sostiene que están caracterizadas por múltiples detalles que hay que conocer, para evitar una comprensión reduccionista. En el segundo caso, la memoria se utiliza con más energía, ya que no sólo se sustenta sobre unas ideas generales, sino que pretende acercarse a las imágenes más vivas y a los matices más sugerentes, mostrando tanto las peculiaridades de cada cultura como los rasgos comunes compartidos por grupos diferentes.

 

Abstract

In this study there are two different views about the cultures. The first, exemplified by Samuel Huntington, believes that cultures are often closed blocs tend to face. The second, advocated by Edward Said claims that cultures are characterized by many details that need to know to avoid a reductionist understanding. In the second case, the memory is used with more energy, because not only is based on some general ideas, but rather to approach the images more vivid and evocative nuances, showing both the peculiarities of each culture as the common features shared by different groups.

 

Palabras clave: culturas, civilizaciones, memoria, Humanismo, Islam, Occidente, Oriente, conocimiento.

Key words: cultures, civilizations, memory, Humanism, Islam, West, East, knowledge

 

 

1. Dos visiones contrapuestas

Cuando nos acercamos al estudio de las culturas aparecen dos perspectivas o comprensiones del mundo claramente enfrentadas: la primera concibe las culturas como  bloques cerrados y estáticos que se excluyen y tienden a enfrentarse; la segunda, las percibe como entidades porosas en continuo cambio que, en ocasiones se enfrentan, pero que también experimentan un proceso continuo de intercambio y diálogo.

En el primer caso —ejemplificado en este estudio por Samuel Huntington— la memoria cultural es traicionada y el olvido consciente se sitúa en el primer plano. Se borran de la memoria las transformaciones históricas que han sufrido las llamadas “civilizaciones”, se dejan a un lado los múltiples matices y diferencias que anidan en el interior de cada uno de los grupos y, además, se olvidan las notables semejanzas que podemos encontrar en los comportamientos de las personas que habitan en lugares muy distantes.

La segunda posición —ilustrada por Edward Said— pretende devolver a la memoria su auténtico valor, transformándola en una facultad imprescindible para la recuperación de la salud mental de la Humanidad. Siguiendo sus pasos, podrían evitarse los tres olvidos anteriores: la historia de las culturas, las diferencias internas y las semejanzas humanas.

 

 

2. El choque de civilizaciones (Samuel Huntington)

            En el año 1989 Francis Fukuyama escribió un artículo[1] vaticinando el final de la historia. Siguiendo la visión hegeliana consideraba que había llegado el fin del conflicto entre ideologías opuestas (comunismo y liberalismo) al alcanzarse, con la caída del muro de Berlín, la derrota del comunismo y el triunfo imparable de la tradición liberal. Unos años más tarde, Septiembre de 1993, Samuel Huntington retoma la visión de Fukuyama para llegar a una conclusión diferente. En un artículo denominado “¿El choque de civilizaciones?”[2] comienza recordando la tesis de Fukuyama para sostener, por el contrario, que la lucha sigue presente en la Historia de la Humanidad. La Historia no ha finalizado, lo que se ha producido es una alteración en  la naturaleza de los grupos que entran en conflicto. Si en épocas anteriores han litigado los príncipes, los Estados o las ideologías, parece que, siguiendo a Huntington, ahora los conflictos más importantes se están desarrollando, y probablemente continuarán haciéndolo, alrededor de las grandes civilizaciones... “El conflicto de civilizaciones marcará las líneas de batalla del futuro”[3].

            De este modo comienza Huntington su exposición del conflicto entre las civilizaciones. Desde su perspectiva, una civilización representa una entidad cultural, el espacio más amplio que permite a un grupo de personas desarrollar una identificación cultural. Además, estaría compuesta por elementos objetivos (lenguaje, historia, religión, costumbres, instituciones…) y subjetivos (el modo en que las personas se identifican a sí mismas). Se puede hablar de siete u ocho civilizaciones principales entre las cuales se producirán las interacciones y los conflictos: occidental, confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslava-ortodoxa, latino-americana y africana[4]. La presencia de estas civilizaciones diferentes que interactúan y que desarrollan conflictos se demuestra mediante seis aspectos: la importancia de las diferencias entre las civilizaciones, apreciables en varios terrenos (historia, lenguaje, cultura, tradición…) pero, sobre todo, en el ámbito religioso; la intensificación de las interacciones entre los pueblos en un mundo más globalizado; el fortalecimiento de modos más intensos de identificación cultural —en ocasiones, fundamentalistas— ante un desarrollo económico que debilita los lazos identitarios; la valoración dual que recibe la cultura occidental en los pueblos no occidentales: la vuelta a formas más tradicionales entre las élites contrasta con la extensión en el pueblo de formas de vida más cercanas a Occidente; el mantenimiento de un núcleo de rasgos culturales, sobre todo religiosos, que difícilmente se transforma; y, por último, el aumento de la cooperación económica entre los bloques regionales que tienen una civilización similar.    

            En opinión de Samuel Huntington, uno de los conflictos más prolongados y persistentes es el que se refiere al enfrentamiento entre el mundo musulmán y Occidente. Se ha desarrollado desde hace 1300 años y continuará haciéndolo, piensa Huntington, con una violencia mayor. La intensificación de este conflicto se debe a varias causas: algunas formas de apertura en el mundo árabe han propiciado la aparición de fundamentalismos; el mayor desarrollo demográfico en el Norte de África ha aumentado la inmigración hacia Europa y, por último, el incremento de las muestras de racismo en los países europeos. La conflictividad entre ambas civilizaciones es contemplada tanto por intelectuales musulmanes (M. J. Akbar) como por pensadores occidentales. En este segundo grupo Huntington destaca la obra de Bernard Lewis, quien en su libro Las raíces de la ira islámica ya había utilizado explícitamente la expresión “conflicto de civilizaciones” (“clash of civilizations”).

            Además del prolongado enfrentamiento entre Occidente y el mundo musulmán, Huntington encuentra otros conflictos que alcanzan una gran importancia: el enfrentamiento entre Estados Unidos y la civilización china, por un lado, y la japonesa, por otro. En todos estos conflictos se halla presente el llamado “síndrome del país afín”. Con esta expresión de Greenway se refiere a la búsqueda de aliados afines a la propia civilización en caso de conflicto con un país de otra civilización. Este fenómeno permite explicar la fuerza de la llamada realizada por S. Hussein a la cruzada islámica contra Occidente durante la Guerra del Golfo; el apoyo de Turquía a Azerbayán en su lucha con Armenia o el rechazo de los occidentales ante los actos realizados por los serbios en la antigua Yugoslavia. En el interior de una civilización también pueden existir conflictos, pero Huntington cree que éstos tendrán una intensidad mucho menor. 

            Dentro del enfrentamiento entre las civilizaciones se está desarrollando una gran polarización entre Occidente y todas las demás. La hegemonía económica y militar de Occidente y sus esfuerzos por extender sus valores principales al resto de los pueblos despierta importantes recelos. Ante esta situación los demás países pueden optar por caminos diferentes: buscar un cierto aislamiento (Birmania o Corea del Norte); desarrollar una asimilación de la forma de vida occidental o buscar el equilibrio frente a Occidente mediante una cooperación entre sociedades no occidentales que les lleve a aumentar su fuerza económica y militar.

            En opinión de Huntington la conexión islámica-confuciana representa la forma más destacada de colaboración para evitar el dominio económico y militar de Occidente. El descenso en los gastos militares de la mayoría de los países occidentales contrasta con la expansión de China, Corea o algunos países de Oriente Medio. Estos países afirman, además, que tienen derecho a adquirir y a desarrollar las armas que necesitan para su defensa. El crecimiento de China está siendo muy importante y, al mismo tiempo, su capacidad para aportar armas y tecnología, generalmente hacia los países de Oriente Medio. De este modo, quedaría confirmada la conexión entre las civilizaciones musulmana y confuciana, al menos, en el terreno militar.

            Samuel Huntington, por tanto, no niega la existencia de otros conflictos, pero sostiene que los enfrentamientos entre las civilizaciones seguirán siendo los más importantes. En este sentido, la oposición entre Occidente y el resto representa el enfrentamiento más destacado, siendo la conexión confuciano-islámica la que parece protagonizar el modo de cooperación más poderoso frente a Occidente. Ante esta situación Occidente debería desarrollar una serie de medidas tanto a corto plazo como a largo plazo. En el primer caso, se trata de desplegar estrategias que eviten el ascenso del grupo rival: cooperación con otras civilizaciones más afines (eslavos y latinoamericanos), búsqueda de elementos que dividan a las civilizaciones rivales, fortalecimiento de los propios valores, esfuerzos por limitar el poder militar confuciano-islámico… A largo plazo se trataría de comprender las ideas que subyacen a otras civilizaciones que están emprendiendo un proceso de modernización no occidental y tratar de encontrar puntos de encuentro.

            Huntington sugiere, por tanto, que a largo plazo habría que buscar la comprensión entre las culturas. Sin embargo, en el presente, en el camino que se está  trazando lo que se sitúa en el primer plano es el enfrentamiento, la desconfianza y la división. Como dijimos al comienzo, la memoria es traicionada en aras de una simplificación excesiva y de una ignorancia consciente de los matices y los detalles más significativos. Como nos mostraron Bruno o Marcel Proust, la memoria se fortalece en el detalle, en la recreación intensa de las imágenes, en la recuperación de los sentimientos y los momentos perdidos. Sin embargo, el politólogo norteamericano nos habla de bloques cerrados, de núcleos culturales que no admiten transformación, y del odio y el rechazo como normas generales que marcan la relación entre las culturas, olvidando aspectos muy significativos: las civilizaciones que manifiestan una extraordinaria diversidad cultural —piénsese, por ejemplo, en los contrastes que se pueden encontrar dentro de la civilización occidental—; las culturas con pluralidad religiosa; las religiones con una multiplicidad de escuelas y corrientes —incluida la aparentemente monolítica religión musulmana— y, además, una amplia gama de relaciones humanas entre miembros de culturas diferentes que se alejan del conflicto permanente.  

            Pero esta crítica al mensaje lanzado por Huntington se ilustra de forma más brillante a través de las palabras del intelectual palestino-americano, curiosa confluencia de civilizaciones y culturas, Edward Wadie Said.     

           

3. La recuperación de la memoria perdida (Edward Said)

En una charla pronunciada en la Universidad de Columbia en 1997[5], Edward Said expuso una crítica contundente a los argumentos ofrecidos por Samuel Huntington. En su opinión, el artículo “¿El choque de civilizaciones?” representa una exhortación a mantener los enfrentamientos entre las civilizaciones, se sustenta en una imagen errónea de las culturas y desarrolla una visión muy simple sobre el mundo islámico.

            La obra de Huntington, piensa Said, constituye un intento por mantener el estado latente de enfrentamiento que caracterizaba a la guerra fría. Su trabajo parece dirigido a los creadores de opinión, a los militares y a los dirigentes políticos. Hay que intentar mantener la hegemonía de Occidente y para ello es necesario tomar conciencia de la fuerza de los nuevos enemigos (agrupados en torno al eje islámico-confuciano) y desarrollar las estrategias que se presentan al final del artículo. El conflicto latente debe continuar y Occidente no puede bajar la guardia ni debilitarse.

            De este modo, las ideas de Huntington ofrecen una visión muy agresiva de la relación entre las culturas. Su mirada no es la de un investigador neutral que trata de aproximarse a la naturaleza de los pueblos, por el contrario, su acercamiento a las culturas es muy simplista. Utiliza fuentes indirectas (de segunda o tercera mano) que proceden de periodistas o de académicos muy tendenciosos, olvidándose de otros estudios más serios sobre las culturas que ofrecen las peculiaridades de las mismas, sus cambios, sus tendencias. Huntington continúa, de este modo, la tradición orientalista al considerar todas las civilizaciones como sistemas monolíticos y homogéneos, asumiendo, además, la dualidad entre “nosotros” y “ellos”. 

            Su comprensión de las civilizaciones y, en particular, del Islam recibe una clara influencia, como él mismo reconoce, de la obra de Bernard Lewis Las raíces de la ira islámica. En este libro Lewis señala que hay un talante musulmán que se caracteriza por la furia y el odio a lo occidental. De un modo similar, Huntington considera que la esencia de los musulmanes consiste en pensar con odio hacia los occidentales, expresando, de este modo, una simplificación y una generalización que carece de rigor y olvida los numerosos detalles, formas de vida y diferencias significativas que podemos encontrar en los pueblos musulmanes. La reducción llevada a cabo permite prolongar los posibles enfrentamientos mediante la utilización de unas pocas ideas fáciles de recordar. Pero esta simplificación pasa por alto la variedad de contracorrientes, contraculturas, tendencias, tradiciones inventadas, diálogos e interacciones constantes que pueden hallarse tanto en Occidente como en el Islam.

            En el mundo las interacciones son tan frecuentes y las culturas tienen tanta diversidad, variedad y complejidad que, en opinión de Said, la rígida separación entre las culturas carece de sentido. La comprensión de los problemas conjuntos que afectan a la Humanidad (el empobrecimiento, la disminución de la alfabetización, el nuevo analfabetismo procedente de los medios de comunicación, la desaparición de los grandes movimientos de liberación…) resulta un acercamiento a la relación entre las civilizaciones más efectivo que una comprensión basada en el odio y en el entendimiento. Sería más adecuado acercarse a esta situación con un espíritu diferente… “Nuestro bien más preciado para hacer frente a esta terrible transformación de la historia no es la aparición de un sentimiento de enfrentamiento, sino de comunidad, de comprensión, de solidaridad y de esperanza, lo cual representa todo lo contrario a lo que promueve Huntington”[6].

            El rechazo que realiza Said de la visión monolítica ofrecida por Huntington se comprende dentro de su crítica a la tradición orientalista desarrollada en Occidente. Esta crítica se inició cuando Said publicó su obra Orientalismo[7] en 1978. En esta obra se mostraba cómo las investigaciones occidentales sobre el mundo oriental se habían caracterizado por una excesiva simplificación que permitía el control posterior de la zona colonizada desde diferentes puntos de vista: cultural, económico, militar o lingüístico. Esta visión de Oriente permitía a los europeos trazar una imagen inalterable, una esencia de lo oriental que convertía a Oriente en lo otro, lo diferente, lo opuesto… Para llegar a esta elaboración era necesario, una vez más, realizar una perversión de la memoria. Era preciso olvidar los múltiples detalles, los diferentes espacios abarcados bajo el término oriental, las diferentes épocas y la riqueza de textos. Por el contrario, la simplificación orientalista se construía sobre un inmenso espacio geográfico y sobre una visión basada más en un pasado estático que en una mirada atenta a las peculiaridades del presente.

            El rechazo de Huntington hacia el mundo musulmán también encuentra su explicación dentro del trasfondo orientalista. Said considera que el orientalismo muestra su visión más exagerada cuando se acerca a este terreno desarrollando unas categorías “mentalidad árabe”, “mentalidad musulmana” que muestran siempre los aspectos negativos de este mundo. A la creación de estas categorías contribuyen de un modo destacado los medios de comunicación, tal como muestra en su obra Cubriendo el Islam[8]. Siguiendo el título del libro, Said nos recuerda que el Islam es cubierto en varios sentidos que se alejan del seguimiento puramente informativo. Por una parte, es ocultado, ya que siempre se ofrece la misma visión negativa y simplista, olvidando los múltiples pormenores de la vida cotidiana y la riqueza de matices y tradiciones diferentes y, por otra, es violado, pervertido, anulado… De nuevo, la simplificación de la realidad “analizada” sirve para encubrir un dominio económico, militar, político y cultural.

            La solución que propone Said para el olvido de las particularidades culturales consiste en un avance del conocimiento. Sólo la salida consciente de la ignorancia, sólo el aumento del conocimiento nos puede permitir salir de nuestra visión cerrada y abrirnos al acercamiento verdadero de otros pueblos. Said sostiene esta idea en numerosos escritos, pero, sobre todo, en sus ensayos sobre el Humanismo[9]. En cierto modo, sigue siendo un pensador ilustrado que confía en el poder del conocimiento para derribar las barreras de la ignorancia que conducen a las imágenes simplificadoras o al fanatismo excluyente, sigue pensando que el conocimiento nos puede llevar a crear un mundo más humano. Ahora bien, el avance del conocimiento no puede llevarnos de un principio general a otro principio general. Estos principios son necesarios para establecer un orden en los conocimientos, pero no son suficientes. Como buen filólogo, Said cree que es preciso, además, un acercamiento directo a los pequeños detalles de la vida, a los matices, a las diferencias, a las imágenes vivas que no se olvidan fácilmente, a lo que el propio Said denomina “mundanidad”.  

            Si nos acercamos a los diferentes momentos de una cultura, evitaremos la mirada simplificadora de Huntington y empezaremos a comprender el fundamento de las culturas, un fundamento que lejos de ser inalterable, ha experimentado muchas transformaciones, y que, lejos se ser exclusivo, es compartido por miembros de sociedades humanas muy diferentes. El conocimiento que propone Said nos puede servir, por ejemplo, para recordar las imágenes terribles de dolor del pueblo judío, pero también nos debe ayudar a memorizar el inmenso sufrimiento de los palestinos —Al-Naqba— y, sobre todo, nos permite comprobar que ambas experiencias de dolor son una muestra de las semejanzas entre los humanos más allá de las culturas[10]. El conocimiento detallado nos ofrece imágenes que no son fáciles de olvidar y que nos llevan a la comprensión del otro de un modo más intenso.

Como decíamos al principio, la visión simplificadora de las culturas olvidaba la historia de los pueblos, la variedad de matices que se encuentran en su interior, pero también los múltiples lazos que unen a todas las personas. Frente a esta visión, siempre es posible sostener una mirada más atenta, más respetuosa con las diferencias y, al mismo tiempo, más ansiosa por descubrir en el otro a un compañero de viaje. Sólo de este modo la memoria deja de moverse entre tópicos y generalidades, trazando, por el contrario, un mundo de imágenes y relatos que conecta la extraordinaria pluralidad de las culturas con los rasgos comunes a cualquier ser humano.    


Sevilla, Julio de 2012

 

 

                



[1] El artículo se publicó en la revista The National Interest en 1989 y se basaba en una conferencia pronunciada anteriormente.

[2] Huntington, S., “The clash of Civilizations?”, Foreign Affaires, 1993.

[3] Ibid., p. 22.

[4] Huntington traza un mapa con las fronteras de estas civilizaciones en un libro posterior en el que desarrollará sus ideas sobre el tema: The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, Simon and Schuster, Nueva York, l996.

[5]  Se trata de la conferencia “El mito del choque de civilizaciones” que aparece transcrita en español en español  http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/N%BA79%20Feb.10/MitoChoqueCivilizaciones.htm. y en inglés en http://www.mediaed.org/assets/products/404/transcript_404.pdf.

[7] Said, E., Orientalism: Western Representations of the Orient, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1978.

[8] Said, E., Cubriendo el Islam, Debate, Barcelona, 2005.

[9] Cfr.: Said, E. Humanismo y crítica democrática, Debate, Barcelona, 2006.

[10] En este sentido, convendría acercarse a las obras en las que Said recuerda el sufrimiento olvidado de los palestinos y las semejanzas que pueden encontrarse con el dolor del pueblo judío: Crónicas palestinas o su autobiografía inacabada, Fuera de lugar.





martes, 10 de junio de 2014

Examined life

Buscando por internet una imagen que pudiera relacionarse con la frase que Platón pone en boca de Sócrates "una vida sin examen no merece ser vivida" encontré este magnífico vídeo. Se trata de un documental canadiense en el que varios filósofos nos ofrecen su visión acerca de la vida. Aquí podemos el inicio de esta película. 
  

miércoles, 2 de abril de 2014

Mártires de la Filosofía

En el programa de Radio Giralda "Toda una amalgama" fui entrevistado por Isabel Castellano sobre los filósofos que han sido condenados a lo largo de la historia. Podéis escuchar la entrevista en el enlace (a partir del minuto 31) y leer el texto de la conversación que se ofrece a continuación:

           En los últimos meses se ha debatido mucho sobre la utilidad de la filosofía. La nueva Ley de Educación ha eliminado la asignatura en 2º de Bachillerato. Habría que preguntarse… ¿hay miedo a la filosofía?
Puede haber  varios motivos para que se haya reducido la Filosofía en el Bachillerato y eliminado la asignatura obligatoria de Ética en 4º de ESO. Pero sin duda una de las causas puede ser el temor al libre pensamiento que suele acompañar a aquellos que se encuentran en el poder.
Esto nos lleva a una curiosa paradoja: si se dice que la filosofía es inútil, ¿por qué se prohíbe?, ¿por qué tantos filósofos han sufrido persecuciones a lo largo de la historia? ¿Por qué algunos pensadores fueron condenados a muerte?
Se podrían recordar las palabras del filósofo alemán Kant: “Atrévete a pensar” “Sapere aude” Lo que más me llama la atención de esta frase es el “aude”, la osadía. Hace falta valor para proclamar el pensamiento libre. No resulta fácil romper las tradiciones establecidas y manifestar una voz que se oponga a los núcleos de poder en una determinada época.
¿Tan trágica ha sido la situación de los filósofos en la historia? Conocemos el caso de Sócrates que fue condenado, pero…
Sócrates no fue el primero. Los pitagóricos, los seguidores del sabio y matemático Pitágoras, formaron comunidades en Grecia y en Italia que fueron perseguidas brutalmente, siendo sus miembros asesinados, llevándose a la tumba sus famosos “secretos”.  Y en la gloriosa Atenas, en la época de Pericles, podemos recordar cómo el sabio Anaxágoras sufrió el destierro por sostener que el Sol era una piedra ardiendo.
¡Parece increíble! ¿Y qué ocurrió con Sócrates?
Según el juicio que conocemos gracias a Platón y  a Jenofonte, fue condenado por corromper a los jóvenes y por traer dioses nuevos.

martes, 11 de febrero de 2014

Spinoza, el apóstol de la razón

Hay muchas maneras de aproximarse al mundo abierto por Baruch Spinoza. 
Borges realizó un par de poemas sobre el filósofo judío y algunas reflexiones desde su peculiar perspectiva. Podemos escuchar en este documento del archivo de RTVE cómo el escritor argentino lee uno de estos poemas.

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)

Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.

No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.

Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.


Pero también podemos acercarnos a algunos de los pasajes de su vida a través de la película "Spinoza, el apóstol de la razón". 




viernes, 31 de enero de 2014

jueves, 30 de enero de 2014

Blaise Pascal, una película de Rossellini (1971)

"Me aterra el silencio eterno de esos espacios infinitos" (Pascal)

La película de Rossellini nos permite acercarnos a la vida y a las ideas de este fascinante pensador.